La primera vez que tome alcohol con la firme intención de emborracharme tenía 14 años. Era verano, estábamos de vacaciones escolares y habíamos juntado unas monedas entre todo; lo suficiente para comprarnos un ron llamado Santa Teresa, una botella de dos litros de Coca Cola (en esa época tenían un poto de plástico de color negro que venía pegado a la botella puesto que el fondo de ésta era ovalada), y creo que unos puchos no lo recuerdo muy bien.
Nos juntamos todos en la casa que el Chato Meza tenia abandonada al lado de su nueva casa y nos pusimos a ver buen porno de aquellas épocas, recuerdo específicamente que se trataba de una pela llamada “Látigo Negro”, y no era de vaqueros. La Mula quien ya había tomado y por tanto tenía experiencia fue el encargado de hacer la mezcla y así comenzamos todos a tomar en ronda, primero fue Barrio, luego el Chato, luego yo, La Mula y el Deibed (se llama David). Detalles más detalles menos, el porno se acabo y nosotros seguimos tomando hasta que se termino la gaseosa y dado que nuestra precaria economía adolescente no nos permitía lujos mayores nos dispusimos a tomar lo que quedaba del ron a puro tanganazo, hecho que termino por destruir nuestra juvenil sobriedad y arrojarnos a una borrachera que era obligatoriamente secreta en nuestras casas y nos obligaba a llegar a ellas sin el mas mínimo rastro de alcohol.
Recuerdo que salimos todos juntos a la calle pero en algún momento solo quedamos el Chato, Barrio y yo, creo que nos fuimos a la playa y nos metimos al mar, aun había luz solar así que deberían ser como las 5 o 6 de la tarde, el Chato vomitó todo el trago mientras el agua le llegaba al ombligo, yo me moría de risa y Barrio estaba semi inconsciente en las piedras. Al rato nos dio frio a todos y nos fuimos cada uno a su casa.
El reto era entrar sin ser descubiertos.
Llegue a mi casa empapado y ebrio así que de frente me dirigí al baño y me metí a la ducha para sacarme la sal del cuerpo mientras me cepillaba los dientes en un vano intento por quitarme el aliento a ron, mi suerte radicó en la ausencia de mis viejos quienes al llegar me encontraron durmiendo, extrañamente temprano, hasta el día siguiente. Tuve suerte ese día, nadie se percató de mi borrachera quizás porque no hice escándalo alguno y trate de pasar desapercibido, desde ahí comencé una larga relación con el alcohol que hasta hoy no termina, he pasado por múltiples facetas, desde los excesos propios de la juventud, la necedad universitaria, la socialité laboral y porque no decirlo hasta la calma en algunos periodos, tuve muchas borracheras luego, algunas memorables, pero aun recuerdo ese verano cuando por primera vez me tome un ron con mis amigos.
Nos juntamos todos en la casa que el Chato Meza tenia abandonada al lado de su nueva casa y nos pusimos a ver buen porno de aquellas épocas, recuerdo específicamente que se trataba de una pela llamada “Látigo Negro”, y no era de vaqueros. La Mula quien ya había tomado y por tanto tenía experiencia fue el encargado de hacer la mezcla y así comenzamos todos a tomar en ronda, primero fue Barrio, luego el Chato, luego yo, La Mula y el Deibed (se llama David). Detalles más detalles menos, el porno se acabo y nosotros seguimos tomando hasta que se termino la gaseosa y dado que nuestra precaria economía adolescente no nos permitía lujos mayores nos dispusimos a tomar lo que quedaba del ron a puro tanganazo, hecho que termino por destruir nuestra juvenil sobriedad y arrojarnos a una borrachera que era obligatoriamente secreta en nuestras casas y nos obligaba a llegar a ellas sin el mas mínimo rastro de alcohol.
Recuerdo que salimos todos juntos a la calle pero en algún momento solo quedamos el Chato, Barrio y yo, creo que nos fuimos a la playa y nos metimos al mar, aun había luz solar así que deberían ser como las 5 o 6 de la tarde, el Chato vomitó todo el trago mientras el agua le llegaba al ombligo, yo me moría de risa y Barrio estaba semi inconsciente en las piedras. Al rato nos dio frio a todos y nos fuimos cada uno a su casa.
El reto era entrar sin ser descubiertos.
Llegue a mi casa empapado y ebrio así que de frente me dirigí al baño y me metí a la ducha para sacarme la sal del cuerpo mientras me cepillaba los dientes en un vano intento por quitarme el aliento a ron, mi suerte radicó en la ausencia de mis viejos quienes al llegar me encontraron durmiendo, extrañamente temprano, hasta el día siguiente. Tuve suerte ese día, nadie se percató de mi borrachera quizás porque no hice escándalo alguno y trate de pasar desapercibido, desde ahí comencé una larga relación con el alcohol que hasta hoy no termina, he pasado por múltiples facetas, desde los excesos propios de la juventud, la necedad universitaria, la socialité laboral y porque no decirlo hasta la calma en algunos periodos, tuve muchas borracheras luego, algunas memorables, pero aun recuerdo ese verano cuando por primera vez me tome un ron con mis amigos.
